l cerebro de Albert Einstein fue robado durante su autopsia.
El más afamado físico de la historia Albert Einstein. Creador de la teoría de la relatividad. Nació en 1879 en Alemania.
Sabía que su muerte iba a ser noticia en todo el mundo gracias a su fama como el mejor físico del mundo. Por ello antes de su muerte dijo a su familia que su cuerpo fuese incinerado en la intimidad familiar y sus cenizas fueran esparcidas en un río antes de que los medios de comunicación se hicieran eco de su muerte y así se hizo, cremaron su cuerpo.
Pero Einstein no habia contado con que el patólogo que se encargaría de su autopsia iba a robar su valioso cerebro. Thomas Harvey, de 43 años, extrajo el cerebro del genio, fue a pesarlo y sin decirle a nadie, lo corto en varios trozos, lo colocó en formol y se lo llevo escondido en varios recipientes a su casa.
El asunto salió a relucir meses después, cuando Harvey le contó Hans Einstein, el hijo, lo que había hecho. Él le explicó a Hans porqué había hecho esto, que no era mas que observar el cerebro de su padre para investigarlo ya que valía mucho la pena y que no lo viera como un robo. Por algún motivo, Hans accedió a que el patólogo conservara el cerebro, bajo la promesa de que le daría un uso exclusivamente científico.
No fue sino hasta 1978, que un periodista de la revista New Jersey Monthly llamado Steven Levy logró que Harvey le concediese una entrevista. El artículo se publicó con el muy poco modesto título “Yo encontré el cerebro de Einstein”.
Basándose en fotografías realizadas por el propio Harvey durante la autopsia, los investigadores concluyeron que los lóbulos parietales de Einstein presentaban una morfología 'atípica'. A la misma (y ciertamente poca) conclusión llegaría otro equipo de neurólogos, de la Universidad de Florida, en un reciente estudio de 2012.
A Harvey le costó medio siglo, su carrera y su matrimonio, pero finalmente logró cumplir la promesa que le hiciera a Hans Einstein: el cerebro de su padre fue objeto de una investigación científica.
Harvey murió en 2007 y los trozos de cerebro que aún conservaba fueron a parar a sus herederos. En el año 2010, estos los donaron al Museo Nacional de Salud y Medicina, donde pueden verse hoy en día.