Si has visto la película «El diario de Noa» («The Notebook» en su versión original), el relato que hoy queremos compartir contigo te resultará muy familiar. Claro que la principal diferencia entre una historia y otra es la más importante que puede existir: la que viste en el cine o en la televisión es simplemente fantasía, la que estás a punto de conocer es pura realidad, tan pura que emociona. No hay muchas historias de amor que puedan compararse con la de Jack y Phyllis Potter, ni siquiera en las grandes producciones de Hollywood.
Hemos conocido a esta pareja británica a través de Wereblog. Jack y Phyllis se conocieron en un baile, en plena Segunda Guerra Mundial. Ella tenía 21 años y él era dos menor, pero eso no fue impedimento para que bailasen juntos. Conectaron al instante y el flechazo fue inevitable aquella tarde del sábado 4 de octubre de 1941. ¿Por qué lo sabemos con tanta exactitud? Muy sencillo: es la fecha que figura en el diario de Jack. «Ha sido una tarde fantástica. He bailado con una chica maravillosa. Espero verla de nuevo», escribió el joven esa misma noche.
Desde aquel mismo día, Jack nunca dejó de registrar en sus diarios cada momento de su relación con Phyllis. Se casaron año y medio después de conocerse; y fue escribiendo acerca de cada cita, cada broma, cada viaje juntos, incluso sobre cada conversación que tenían. Día tras día, durante más de siete décadas. Por desgracia, la edad hizo mella en la salud de la mujer en forma de demencia. Después de toda una vida juntos, Phyllis y Jack tuvieron que separarse para que ella se trasladase a una residencia donde sus necesidades fuesen atendidas.
Pero si el tiempo no pudo deteriorar el amor mutuo que esta pareja se profesa, mucho menos podría hacerlo la distancia. Jack incluso ha ideado una manera de 'rebelarse' contra la enfermedad. Visita cada día a su esposa, portando viejos cuadernos bajo el brazo. Son los diarios de toda su vida, que lee cariñosamente a Phyllis, buscando cualquier recuerdo que ella pueda conservar en algún rincón de su desgastada memoria. También le lleva fotografías antiguas, sobre todo de los perros que tuvieron como mascotas a lo largo de los años y que ella adoraba.
«Era una pareja de baile excelente... enseguida pensé que era maravillosa y aún lo pienso. A pesar de su estado, es muy cariñosa y me abraza cada vez que voy a verla», cuenta Jack, que tomó la costumbre de escribir diarios de su padre, sin plantearse jamás que acabaría usándolos para cuidar de su amada. Eso hizo al menos hasta los 91 años. Las últimas apariciones del matrimonio en medios de comunicación datan de 2013. Pero sea lo que sea lo que les haya deparado el destino, su amor ya ha demostrado ser eterno, parte de esa historia que no suele aparecer en los libros.